Mundo maravilloso. El asesinato de Sam Cooke

Debo estar algo tontona, porque últimamente me ha dado por escuchar a Sam Cooke a todas horas. Siempre me ha gustado, claro. Y cuando digo siempre quiero decir exactamente eso, porque estoy segura de que cuando todavía no hablaba ya confundía la voz de mi padre con la de Sam Cooke… o con la de Elvis Presley o la de Johnny Cash; cualquiera de ellos se escuchaba en mi casa más que él, que, a decir verdad, nunca ha sido hombre de muchas palabras. Y con el carácter que se gasta, casi que mejor, porque son pocas pero contundentes. Y, además, incontestables.

Ahora vuelvo a escuchar a Sam Cooke a todas horas y ya no confundo su voz. Ahora soy una experta identificando voces y la de Sam es para no olvidarla, es para dormirse con ella y despertar con otro.

De hecho, anteayer me dormí en la hamaca de la terraza mientras sonaba el ‘Wonderful world’ en mi equipo de música. Sam cantaba que no sabía mucho de Historia ni de Biología ni de francés pero que sabía que me amaba y sabía que si yo también le amaba el mundo sería maravilloso. Qué simple y qué poco necesitan algunos para ser felices, ciertamente… Cuando escucho el ‘Wonderful world’ siempre me digo: que letra más boba y lo que me gusta… Me dormí con la voz de Cooke en la cabeza y con la espalda curvada en la hamaca y soñé que estaba en clase de Biología. No tendría más de seis años y había un libro abierto sobre mi mesa. Y en el lugar que debía ocupar el profesor sonreía un negro con una guitarra cantando al mundo que no sabía un pimiento de Biología, y que maldito si le importaba. Yo intentaba no hacerle caso, porque realmente quería aprender Biología para que mi felicidad no tuviera que depender del amor de nadie, pero mis pies bailaban debajo de la mesa y el niño bonito que se sentaba en el pupitre de atrás quería tirarme de las coletas y meterme bichos muertos en la cartera. El mundo era maravilloso.

Al despertar, tenía la espalda doblada y alguien había entrado en mi casa y había vuelto a poner el ‘Wonderful world’. Sam no sabía nada de Trigonometría ni de Geografía ni de álgebra… pero si me quieres, el mundo será una maravilla.

Y yo, que tengo un despertar podríamos decir que difícil, recordé que Sam Cooke fue asesinado una noche de diciembre de 1964. En un pequeño motel de Los Ángeles. La encargada le pegó tres tiros y le agujereó el corazón… Algunos corazones nunca deberían ser rotos. Sam salió medio desnudo de su habitación, acusando a la mujer que le había hecho compañía de haberle robado, y la encargada se asustó. O eso dijo, y fue absuelta del crimen por haber actuado en legítima defensa. Todo bastante sórdido, la verdad. Muchos creen que su muerte tuvo algo que ver con las actividades del cantante de Mississippi en la lucha por los derechos de la comunidad negra… Pero en mi equipo de música Sam Cooke sigue cantando que el mundo puede ser maravilloso. Y otro niño bonito pugna por tirarme de las coletas y meterme algún bicho muerto en la cartera mientras, con cualquier excusa, me muestra sus tatuajes y sus heridas. Y maldito si me importa lo que sabe de Trigonometría, álgebra o Biología si me dice que el mundo es maravilloso.